Actitud
Actitud
Sé que soy un bicho raro por tener la mala o buena suerte de utilizar ambos hemisferios cerebrales (que por cierto, no funciona así pero lo que cuenta es que se entienda), siento una gran pasión por la música y desearía tener la motricidad fina para poder ejecutar tantísimos instrumentos, amo el séptimo arte en todas sus formas, desde las clásicas películas de acción hasta los ingratos dramas que le dejan a uno un nudo en la garganta, o peor aún, películas como Interstellar (2014) o About Time (2013), A.I. Artificial Intelligence (2001) que combinan ambos géneros, no las puedo ver sin sentir un nudo en la garganta, me gusta la lectura, la pintura, una buena narrativa, el diseño gráfico, en fin, de todo un poco, pero sobre todo, la parte técnica, desde el diseño de un lente y cómo cada cristal dobla la luz cual prisma teniendo que corregir las aberraciones cromáticas, cómo funciona el film a color con sus múltiples capas y filtros que luego son fijados y decolorados hasta los sensores digitales, y ni qué hablar de la codificación de vídeo con pérdida que pasa por la reducción de cromanecencias, la reducción de entropía mediante cuantificación, la predicción de cuadros mediante matrices de movimiento cada día más complejas en cada iteración de un nuevo codificador que usa algoritmos ahora embebidos en instrucciones directas en las nuevas generaciones de GPUs y CPUs, de todo un poco también.
Hace no mucho que me estaban molestando con eso de #ExpertoEnTodo me preguntaron que realmente qué me gustaba, cuál era mi mayor pasión, y sencillamente contesté que me gusta aprender de todo, soy curioso desde que nací y no pienso dejar de aprender algo nuevo cada día, para bien o para mal tengo el don de entender y poder replicar lo que comprendo, es por ello que entre todo lo que aprendí encontré rentable dedicarme al desarrollo, diseño y animación de muchas cosas utilizando una PC, sin embargo eso no quiere decir que use mi cerebro sólo para entender y replicar eso, también entiendo de otros temas, entre ellos de política, narrativa y manipulación por medio de la emotividad, y sé que entiendo de esto porque he replicado el modelo y me ha funcionado.
El domingo leí una publicación de Edwin Kestler en Plaza Pública, una nota que narra desde su perspectiva de forma casi poética su experiencia interactuándo con los que desde su perspectiva son marginados sociales justificándolos de cierta forma en base a sus condiciones de vida, acá debajo el vínculo:
Yo perdí a mi papá en 2008. Mi papá fue asesinado por un joven igual, supongo, que cualquiera de esos que guarda prisi…www.plazapublica.com.gt
Como alguien que sabe lo que es lidiar con argumentos ad hominem sé lo que es lidiar con que cuestionen al mensajero y no al mensaje, sin embargo me es imposible no ver al personaje en este caso, una persona con la que tenemos muchísimas cosas en común y otras que no, trabaja en tecnología, tiene un repositorio en GitHub, proviene de una familia de clase media, es padre y se involucra al compartir opinión en línea, por otro lado, en su perfil de Facebook se aprecia un fondo con temas indígenas, comparte la publicación de la muerte de un campesino, la de “La Niña Guatemalteca”, la típica foto de Jimmy Morales hablando frente a niños bajo el sol, fotografías de Star Wars, arte erótico con toques del feminismo de tercera ola, imágenes del famoso #NoLesToca, el típico #NoTengoPresidente, una publicación expresando malestar ante el CACIF y Cámara de Construcción, una nota acerca de por qué la foto de Look Magazine es racista, múltiples publicaciones ridiculizando a Trump y por supuesto, su respectiva nota de #FILGUA, la feria del libro a la que quería ir yo pero no encontré una playera del Ché para la ocasión.
Luego de leer la nota y ver quién la escribió me es imposible no ver que existe un enorme sesgo ideológico, porque bien dicen que cada mente es un mundo, pues cada persona es un libro.
A mis 16 años mi mamá me dijo que o trabajaba o estudiaba, luego de tener malas notas en mi tercer intento de 2do básico la única opción era trabajar, y con el carácter que ella tenía preferí trabajar en cualquier otro lugar menos con ella, y como era tan especial me dijo que viera qué hacía que ella no iba a ayudarme con eso, así que salí al puente de Villa Linda a pedir prestado un quetzal para subirme a la famosa 37 y luego de llegar a la terminal caminé hasta llegar a un café internet en la zona 10 donde me presenté y pregunté si tenían alguna plaza disponible.
Uno de joven es ingenuo y agrandado, uno espera comerse al mundo creyendo que se lo merece todo, y mientras esperaba un puesto como diseñador web el café internet me dio trabajo atendiendo a la gente, fue mucho tiempo después que me di cuenta de lo afortunado que fui de obtener un trabajo sólo por ir a un lugar, sin embargo, en ese lugar pagaban muy poco, exigían bastante y al final no me pagaron mi último sueldo.
Allá por el año 2,000 tenía un buen vecino que conocí justo para el año nuevo, este vecino me presentó a varios amigos que él tenía, los apodos eran lo más gracioso, “El chucho”, “El chino”, “El champi”, “El negro”, etc. En esa época yo tenía a penas 19 años, todos estos personajes llegando la media noche decidieron ir a la casa de uno de los amigos, nos fuimos con el único que tenía carro que ya con eso era un rockstar, en un Honda CR-X del año del caldo.
La famosa casa de nuestro anfitrión quedaba a la orilla de La Limonada, justo en el pasaje que comunica la zona 5 con la zona 1, vale mencionar que en mi familia nunca fueron de alcoholes y yo bebía socialmente, nunca me gustó beber, al día de hoy así es, soy bebedor social y amo mi sobriedad así como no tener resaca. Sin embargo, estos buenos amigos hicieron un desfile de litros de cerveza Gallo, luego de que me alegaran de que comprarían champurradas para tomar con mi cerveza uno de ellos dijo “muchá, la fiesta es abajo, ahí está alegre” así que bajamos al fondo de la famosa Limonada a celebrar el año nuevo, ahí encontré a personajes de película, todos alcoholizados, fumando crack en latas de cerveza, fumando mota, bailando y celebrando el año nuevo.
Mentiría si dijera que me sentí en casa, en absoluto, me quería ir cuanto antes, sin embargo se me hacía de mal gusto decirles que no me gustaba para nada estar ahí, eventualmente llegó la mañana y finalmente nuestro anfitrión despertó y nos llevó de regreso a la casa de mi amigo.
Entre estos amigos que me encontraba en la tienda de la esquina siempre que regresaba de trabajar estaba uno que estudiaba en la USAC, un personaje súper simpático y ocurrente, un día regresó contando que le habían prendido fuego a una camioneta por su descontento con el aumento del pasaje, le pregunté si comprendía que el daño se lo hacía a él mismo, y le dio risa, me dijo que le gustó el rush de adrenalina y que aprovechó a romper un par de teléfonos públicos, cuando existían y estaban migrando de monedas a tarjetas, en fin, con los años me mudé y les perdí la pista.
Allá por el 2006 cuando con esfuerzo y determinación logré ser CTO de una agencia web entré a un banco a hacer un depósito, qué si el cajero que me atendió era el amigo que nos dio posada en un año nuevo a la orilla de La Limonada, sobrio, arreglado, con camisa de vestir y de corbata, casi irreconocible, lo invité a que nos juntáramos a platicar luego de que terminara de trabajar y nos tomamos un café luego, fue interesante ver cómo a pesar de todo, eventualmente sentó cabeza y decidió trabajar.
De este grupo de amigos vi muchas cosas, los vi tocar fondo, perderse en el alcoholismo y la drogadicción, asistir a reuniones de alcohólicos anónimos, pelearse hasta sacarse sangre, pelarse con toda su familia, sus reconciliaciones, su rabia contra la injusticia, la impotencia de las infinitas veces que la policía nacional nos revisó en el parque de la colonia porque parecíamos delincuentes, las muchas veces que nos asaltaron y la policía no estaba, la desesperación de no tener plata para nada, la alegría de tener Q5 quetzales para un par de Tortrix de la tienda, el asalto al que llevara una cajetilla de cigarros Rubios 10 jajajaja… ¿Pero saben qué no vi? NUNCA vi a estas personas asaltar, NUNCA los vi robar, NUNCA los vi matar.
Si algo me alegra el corazón es que estas personas eventualmente sentaron cabeza, eventualmente encontraron una forma de ser miembros funcionales de la sociedad, eventualmente lucharon por ellos y su familia y eventualmente hicieron una familia propia lejos de los horrores que les tocó vivir, y a la larga, yo también, un pinche ignorante que nunca terminó el colegio, la oveja negra de la familia, el que siempre suspendían y eventualmente expulsaban, el que les sacó canas verdes a todos, el que al día de hoy es el hereje de la familia por no tener las mismas convicciones.
¿Qué será que sí existe gente que puede salir adelante a pesar de todo?
¿Se justifica la delincuencia por falta de oportunidad o la cuestión es algo de actitud?
Yo no puedo dejar de ver el sesgo ideológico en lo que comparte Edwin Kestler, sencillamente NO puedo justificar a ningún delincuente, ni a los que dicen que no tienen oportunidades (que siempre hay) ni a los que andan en carros bonitos robando en las zonas exclusivas de la ciudad, mismos que en repetidas ocasiones me robaron desde mi radio hasta la copia de seguridad de todo mi trabajo en 2,012… yo he sido asaltado a punta de pistola montando la famosa 37 al paso de La Terminal, la famosa 101 frente al Centro Comercial de la Zona 4, he tenido que caminar en zapatos de ladrones cuando me robaron mis zapatos casi me costaron un sueldo entero y tuve que pedir un adelanto para poder comprar zapatos nuevos el día del cumpleaños de la que fuese mi novia y ahora es mi esposa, yo he visto muchos amigos morir a manos de delincuentes, he visto desvanecerse la vida de varios vecinos luego de que una bala les perforar el pecho, he visto sangre correr en las calles y materia gris en el asfalto demasiadas veces, NADA, absolutamente NADA justifica eso.
Si bien hay muchos problemas complejos y profundos en nuestro país, muchísimas realidades incómodas, jamás nunca podré justificar y hacer apología a aquellos que se han llevado de este mundo a tantísimas personas que he tenido en alta estima, personas de todos los estratos, de todas las razas, estaturas, colores y creencias, sencillamente se me hace de mal gusto justificar su muerte por la falta de oportunidades, todos, absolutamente todos tenemos nuestra historia, nuestros retos, nuestras guerras, y no hay nada que justifique que pasemos sobre la vida de alguien, simple y sencillo, e visto que el que quiere, puede, al final de cuentas, querer, es poder, es de tener actitud y dejar de jugar papel de víctimas.
Sé que esta nota NO va a ser jamás publicada por Plaza Pública, por Nómada, por Soy502, por Guatevisión, por Canal Antigua y el resto de medios que siguen la agenda, y es porque no perpetua la narrativa de victimización, no sigue la línea de la agenda que consigue fondos del extranjero para la ayuda que nunca es dada a pesar de ser recibida por sus organizadores, no sigue la línea que usó Pardo Pineda en su vídeo que contesté (aquí debajo), porque las historias de éxito que contradicen la narrativa de victimización hay que silenciarlas, hay que echarle la culpa a los empresarios, al CACIF, al heteropatriarcado capitalista falocentrista, hay que mantener la guerra entre los estratos, el rico es peor que satán, todos los pobres son buenos y más buenos si son delincuentes, hay que perdonarles el haber decidido dedicarse a la delincuencia y al sicariato porque puesn “no tuvieron otra opción”.
Comentaba al inicio de la nota que soy bueno aprendiendo, ya tomé la pastilla roja y mis respetos para Edwin Kestler, no cabe duda que debería escribir un libro que apele a la emotividad de las masas para ponerlo en FILGUA, así podamos seguir haciendo apología a los mareros, a los delincuentes, a los asesinos, a los maleantes, su historia es muy conmovedora, pero no refleja la realidad, todos tenemos en nosotros el poder de decidir si somos o no asesinos y delincuentes, no es una cuestión de oportunidad, es una de actitud, nuestros muertos lo ameritan.