Entre acusaciones y campaña negra

A menos de 15 días de elecciones y luego de que me tomara el tiempo de publicar dos vídeos en relación a una encuesta que contiene como…

Entre acusaciones y campaña negra

A menos de 15 días de elecciones y luego de que me tomara el tiempo de publicar dos vídeos en relación a una encuesta que contiene como referencia el precedente de haber atinado hasta cierto punto resultados electorales, la cantidad de “solicitudes” para que hable bien o mal de X o Y candidato es hasta cierto punto, ridícula.

Todos tienen una historia que contar de todos los candidatos, aún los que no son punteros, “me estafó”, “me robó”, “me quitó una propiedad”, “mandó a matar a X o Y”, “tiene pistas del narco”, “pactaron con la UNE”, etc. y si bien pongo atención a cada uno de los señalamientos y los tomo muy en cuenta, me es imposible replicarlos por varias razones:

  1. Todo señalamiento tiene que ser fundamentado con evidencia, de lo contrario será recibido por las masas como una presunción, un chisme o sencillamente como campaña negra, los relatos anecdóticos no tienen sustento en el debate de los hechos.
  2. Toda denuncia tiene que venir con nombre y apellido, si hacen señalamientos desde el anonimato, usando voz de sintetizador, y sin fundamentar las cosas con evidencia, sólo están haciendo ver un temor por el candidato, empoderándolo en vez de desgastarlo.
  3. Luego de pasada la instancia de interponer tachas ante el Tribunal Supremo Electoral, hacer señalamientos sin fundamento, es por mucho, irresponsable.
  4. Un señalamiento serio debe ser dado por una persona lo más honorable posible, porque si el señalamiento proviene de una persona igualmente “señalable”, es por gusto, se caería en doble moral y se destruye fácilmente el argumento por el conflicto de interés, lo que le pasó al diputado Aníbal García.

Como he comentado hasta el cansancio, ni por todo el dinero del mundo pienso hacer las de Juan Luis Font de recomendar un candidato, principalmente porque mi libertad de expresión no tiene precio, además que aún si cualquiera recomienda a la persona más santa, encontrarían con qué señalarla y quien recomiende queda como un mentiroso o vendido, sería suicida de mi parte hacerlo, lo que he compartido son las opciones según cifras de una encuesta que me parece tiene cierto fundamento, aunque como siempre, con un grano de sal.

Lamento muchísimo todas las historias y experiencias que me comparten, los escucho y tomo muy en cuenta, no dudo de la sinceridad de sus palabras ni de la preocupación que muestran, pero más que contármelas a mí, deben contárselas al mundo, con nombre y apellido, porque una denuncia sin nombre y apellido no tiene peso, fue por eso que cuando decidí cuestionar a la CICIG y todos los grupos detrás de ella lo hice con mi rostro, nombre y apellido, es por ello que me reúso rotundamente a hacer una cuenta de Twitter bajo un pseudónimo, porque no tiene ninguna gracia señalar bajo el manto del anonimato.

Jugar al juego de los señalamientos sin fundamento, al famoso guatebolas, puede ser un deporte entretenido, puede ayudarlos a desahogarse de experiencias que muy probablemente son verídicas, pero fácilmente serán desestimadas o destruidas a falta de evidencia. Querer destruir la reputación e imagen de quienes compartimos una perspectiva diferente por el simple hecho de pedir rigor para acusar, es por mucho, deshonroso, hace más daño a quien levanta los falsos, y nos hace indistinguibles de a quienes hemos señalado de acusar sin pruebas, usando testigos falsos y llevar las cosas por mal, porque el fin justifica los medios, obviamente hablo de la nefasta y corrupta CICIG.

Si queremos que Guatemala cambie tenemos que cambiar con ella, a dejar el temor y salir del anonimato, a hacer las cosas bien, en las instancias pertinentes y en los momentos justos, de lo contrario, ¿Qué tan diferentes somos de lo que por años hemos señalado?

Al final, con ciertos sectores me siento profundamente decepcionado, casi tres años invitándolos a usar el criterio propio, a combatir los #FakeNews mediante la debida verificación de los datos, a dudar de todo y de todos, y ahora los veo entrar en el frenesí de los rumores y el culto a la persona, de ídolos de barro, me hace poner mis barbas en remojo y cuestionarme si realmente la batalla que luché fue por la verdad y los hechos o sólo fue algo fugaz que indirectamente fue aprovechado por terceros y sus carreras políticas, ojalá que no, ojalá que su verdadera causa sea hacer las cosas bien, ver por el país que está compuesto por todos los guatemaltecos, y no sólo por su nariz, porque de lo contrario, está todo perdido.