“Establishment” vs. disidentes

Uno de los derechos que considero más sagrados es la libertad, la cual he defendido con todo mi ser cuando intentan imponernos cualquier…

“Establishment” vs. disidentes

Uno de los derechos que considero más sagrados es la libertad, la cual he defendido con todo mi ser cuando intentan imponernos cualquier forma de pensar, todos tenemos derecho de disentir de otras opiniones, y hacerlo, no nos hace “mágicamente” ser pagados por opositores, algo que en la mente de las personas que así operan, proyectan con sus falsas acusaciones.

Como he comentado en un par de vídeos, antes del 2012 Twitter Guatemala era paz y armonía, no habían distinciones de raza, credo, ideología, religión ni nada, existía tolerancia a las diferencias hasta cierto punto, la invitación a formar parte de eventos como Café Libre, Martes Twittero, Lectores Chapines, Miércoles de Cumbia, Twitteras Chapinas, etc. eran abiertas a todos los que quisieran participar, y si bien en más de alguna ocasión hubo alguna discusión, esta se hacía en una línea de respeto. Fue entre 2012 y 2013 que temas como el juicio a genocidio y la inserción de grupos de choque disfrazados de “usuarios normales” que la red social cambió, se convirtió en pecado capital disentir, o se opinaba como opinaban los medios de comunicación más conocidos, o se era un traidor.

Uno de los primeros temas de discusión que me hizo despertar la furia de los grupos clandestinos en Twitter fueron las ofertas de una zapatería para el día de la mujer, comenté que me parecía ridículo boicotear una zapatería simplemente porque no encaja con los principios y valores de cada individuo, si no les parece, no compren ahí y listo, yo no estoy de acuerdo con que una famosa cadena de farmacias no venda anticonceptivos y dejé de comprar ahí, fin del asunto. Sin embargo, los ataques escalaron y eventualmente encontré que el grupo clandestino era una agrupación política, SOMOSgt y Semilla, el resto es historia.

En el proceso de revelarme en contra de la oposición de los mismos grupos a los que pertenecí, al oponerme a su imposición, conocí a muchos de los iconos contra quienes luchaban cuando asistí por primera vez al congreso a manifestarme en contra de unas reformas que nos iban a imponer, de estos iconos habían algunos positivos, y otros no precisamente enriquecedores, pude comprender su forma de pensar y en ciertos puntos medulares, les di la razón, porque fueron objetivos.

También eventualmente conocí a opositores que fueron objetivos y con quienes compartí, que pensar diferente no es sinónimo de ser enemigos acérrimos, todo se puede discutir sobre una línea de respeto mutuo, sin falsos señalamientos y acusaciones. En esta plática con esta persona me decía que le parecía curioso que apoyara “al otro bando”, porque lamentablemente, el país tiene una mentalidad binaria. Le comenté que yo siempre he estado por la verdad y los hechos, y que lamentablemente con quienes compartí en algún momento, dejaron de ser voces disidentes y se convirtieron en el establecimiento, evidente en lo que los medios publican, en los mensajes de Hollywood, el arte, la cultura y todo espacio de expresión.

Nos guste o no, la izquierda ganó la guerra cultural, y con ello, se apoderó del discurso público, ha destruido el mismísimo idioma que usamos haciéndonos incapaces de poder oponernos sin ser etiquetados de racistas, clasistas, supremacistas, etc. Cualquier llamado a la cordura se ve como un acto extremista, lamentablemente.

El día de hoy observo un vídeo en línea y justamente comparte mi misma observación, la dinámica ya no es “izquierda vs. derecha”, es “stablishment vs. disidentes”, evidente en el uso mercadológico de la bandera de colores de la agenda LGBTI+ por cientos de corporaciones internacionales, mientras que la homosexualidad es castigada con muerte en cientos de países, el activismo de izquierda es sólo una excusa para maniatar a disidentes de occidente, poco les importan las minorías que utilizan como palanca política o como al lobo de la Caperucita para asustar a las masas con el fin de manipular su accionar.

Ese “establishment” tiene como meta destruir pilares fundamentales que hicieron de occidente una región rica económica y culturalmente, la familia, la masculinidad, el pensamiento independiente, el nacionalismo, las fronteras, van por el colectivismo en vez de por el individuo como lo establecen las constituciones de grandes países, destruyendo el tejido social para manipularnos, para dejar de ser individuos libres con derecho de disentir y proponer, con la capacidad de luchar en contra de conquistas, han lobotomizado a las masas para que estas mismas sean las encargadas de velar por un pensamiento homogéneo reduciendo al orden a todo aquel que se atreva a pensar por sí mismo, todo lo anterior, promovido por las mismas corporaciones internacionales que como bien dijeran en la famosa película Network (1976), son las nuevas naciones del mundo.

Todo empezó por el espacio cultural, como lo mostró magistralmente Jonathan Pageau en un vídeo en línea, luego ha ido de la mano de la censura en las redes sociales, en la descarada propaganda de medios masivos al servicio de estos mercantilistas, del “establishment”, y ojalá la administración Trump comprenda esto, ojalá en los próximos 4 a 8 años se haga algo, porque de seguir en esta dirección, la novela “1984” de George Orwell será un cuento de hadas comparado con la realidad que viviremos nosotros, y nuestros hijos, en quienes desde ya toca invertir para que estén listos para luchar.