¡Ah que tiempos los de la “CICIG”!

Por Danilo Parrinello

¡Ah que tiempos los de la “CICIG”!

Por Danilo Parrinello

Un día a las seis de la mañana, usted recién se despierta y aún en pijama, tocan a la puerta de su casa insistentemente. Al abrirla, usted se encuentra una claque compuesta por policías, fiscales, delegados del PDH, y de la “comisión”, camarógrafos, reporteros, veinte autopatrullas y sesenta policías, con armas automáticas, chalecos blindados y cascos. Vecinos que curiosos para ver qué es lo que sucede.

Muy circunspecto un inspector de la PNC pregunta si usted es el señor “Fulano de tal”. Usted responde que sí, de inmediato le informa el policía que usted está denunciado de haber asesinado, el día 22 de noviembre de 1963 al señor John Fitzgerald Kennedy, en la ciudad de Dallas, Estados Unidos.

Usted suelta una carcajada, a todo esto su familia sobresaltada sale para ver qué sucede; a su esposa le da un ataque de nervios, sus hijos la atienden y a usted le dan apenas unos “pants” para que se ponga sobre el pijama. Usted logra gritar que llamen a Carrillo, su abogado de siempre, mientras lo esposan con las manos por la espalda y lo llevan con la cabeza agachada hacia un vehículo blindado.

Al llegar a la Torre de Tribunales lo conducen en medio de un maremágnum de reporteros de medios nacionales e internacionales, quienes ya saben la noticia por un cable internacional emitido por la “comisión”. Le preguntan por qué mató usted a Kennedy, que si usted es agente de la G2 o sicario al servicio de empresarios enemigos del asesinado presidente, que cuál era su grado militar y cuál era su amistad con el presidente Morales.

Después de doce horas en una carceleta, es escuchado por una juez “colocha”, de horrible trayectoria. Tras la diligencia inicial usted es enviado al Mariscal Zavala, detenido baja la inexistente figura de “Prisión Provisional”.

Su abogado, cuando lograron hablar, le sugirió que aceptara los cargos y se ofreciera de colaborador eficaz. Usted vociferaba que cuando mataron a Kennedy usted tenía cinco años de edad, que todo le parecía estúpido e irreal.

Al mes de estar detenido, con los medios de todo el mundo haciendo guardia para entrevistarlo, usted fue visitado por dos sudamericanos personeros de la comisión”, con pinta de matones que le insinuaron que ellos podían ayudarlo si usted delataba a cuatro militares (le dieron los nombres), un industrial y un exministro. Si hacía eso le garantizaban asilo en el Canadá. Los extranjeros le aconsejaron que aceptara lo que le ofrecían porque si no usted tendría que probar su inocencia, pero le advertían que la “comisión” tenía testigos que sabían de su crimen. Los testigos, después se supo, eran indigentes drogadictos.

Tras cinco años de “prisión provisional”, y evacuado cien audiencias y cambiado ocho jueces, usted bajo tratamiento psiquiátrico, fue dejado en libertad por falta de mérito. Claro en ese tiempo sus finanzas fueron al traste, sus cuentas embargadas, sus hijos sufrieron bullying y su esposa resultó con diabetes. ¡Ah que tiempos los de la “CICIG”!

Dedicado a los hermanos Valdez Paiz, Max Quirin, Juan Chiroy, Francisco Gordillo, Benedicto Lucas, Moisés Galindo, y un largo etcétera.