El verdadero enemigo

En ciertas ocasiones no puedo más que sentarme y reír de lo mal que estamos, es sinceramente, abrumadora la situación. Veamos, hasta donde recuerdo, en nuestro sistema educativo nos enseñaron que las notas son do, re, mi, fa, sol, la, si, sin embargo, un C, D, E, F, G, A, B del sistema inglés de notación musical resultó más práctico. Nos enseñaron que la raíz cuadrada de un número X es aquel número Y que al ser multiplicado por sí mismo da como resultado el valor X, cuando realmente una raíz cuadrada es la forma de transformar una línea de puntos en un ingrato cuadrado, el origen cuadrado en vez de raíz. Nos enseñaron a memorizar un mil datos que son inútiles de no comprenderlos, y lo más lamentable, no nos enseñaron a aprender.

Recuerdo cuando en 4to primaria pregunté por qué la división de fracciones se resolvía multiplicando numerador por denominador y poniendo como resultado numerador y viceversa con el denominador, y mi maestra no me pudo resolver la pregunta, luego entendí que si tenemos un pastel y lo dividimos en dos, se multiplican las partes, entendiendo eso resolví una división múltiple de quebrados o fracciones multiplicando el numerador por todos los denominadores y resultado de numerador, lo mismo con el denominador… y a pesar de que el resultado fue el correcto, a pesar de que mi método era más corto, perdí el examen por “no seguir el procedimiento”.

Y es que aquí en Guatemala, el sistema educativo premia la memorización y el seguir instrucciones ciegamente, celebra con títulos y reconocimientos abandonar el criterio propio y el sano uso de la razón, castiga el ser inquisitivo y querer aprender cuestionando cualquier cosa que se da por hecho, “ese patojo es conflictivo, tiene problemas con la autoridad” suelen decir.

El problema se traslada en los adultos, los que no pierden tiempo en ridiculizar a cualquiera que no se alinea a los ridículos paradigmas del tercer mundo, ignorante aquel que no adopta las normas y se le ocurre cuestionarlas, aquel que busca un fundamento lógico y científico para cada cosa. El sistema educativo de las mayorías nunca toca temas fundamentales para la sociedad:

  • ¿Qué es la constitución?
  • ¿Cuáles son las instituciones del estado?
  • ¿Qué son los pesos y contrapesos?
  • ¿Por qué se diluye el poder?
  • ¿Cómo se financia el estado?
  • ¿Qué es en sí una ideología?
  • ¿Qué ideologías han tenido éxito y cuáles han fracasado según sus resultados?
  • Etc.

Al día de hoy, no puedo más que sentir pena y vergüenza ajena cuando escucho a supuestos líderes políticos y de opinión decir “no tengo ideología” o “las ideologías son para dividirnos”, ¿Entonces sobre qué argumentos fundamentan sus propuestas? Lamentable que confundan dogmas con ideas propias que se alinean a ideologías existentes, y peor que ignoren su propia ideología. Más lamentable cuando escucho a personas supuestamente de derecha, decir que son progresistas, que están en contra del “capitalismo salvaje” o que tienen “consciencia social”, personas profundamente ignorantes de un glosario de términos básicos para poderse dedicar a los más simple y elemental de la política, y así, pretenden ser políticos.

No existen tales de “capitalismo salvaje”, es mercantilismo, porque el capitalismo ha funcionado siempre, cuando alguien utiliza el capital para influir al estado o realiza cualquier maniobra con este, se le llama mercantilismo, algo que para muchos “ideólogos” resulta imposible de comprender.

En fin, acá la ignorancia es celebrada como conocimiento, y el legítimo conocimiento fundamentado en un sano e inquisitivo análisis de los hechos, es tachado de “problemático”, gracias a décadas de un nefasto sistema educativo y de la sistemática destrucción de la cultura por parte de la izquierda globalista, quienes no han descansado para convertir lo bueno en malo y lo malo en bueno.

Hoy, en el medio de una “pandemia”, vemos el resultado de todas estas operaciones, las masas totalmente ignorantes de su propia ignorancia valoran fervientemente seguir lineamientos sin tan siquiera analizarlos o cuestionarlos, “es que deberíamos haber cerrado el país por 15 días, una cuarentena estricta”. Y a ellos les pregunto:

¿Cómo es que una cuarentena estricta impuesta a la fuerza a personas sanas previene el contagio? ¿Acaso no necesitamos salir a un supermercado, mercado, banco o farmacia? ¿Acaso tenemos una casa presurizada con un sistema de aire filtrado y provisiones para 4 meses? ¿Acaso no toca ir a buscar comida o recibir comida de todos esos usureros restaurantes que convenientemente cada fin de semana reportan más de algún contagio?

Porque resulta ser que la famosa “cuarentena” se originó en la antigüedad cuando se aplicaba a personas enfermas o que presentaban síntomas, por cuarenta días. ¿Por qué acá los sanos llevamos más de 90 días en cuarentena? Una pregunta simple que gracias a una coordinada operación psicológica, fue ridiculizada por la gente más ignorante de nuestro país.

La abrumadora ignorancia de cómo funciona una agencia de relaciones públicas, una de publicidad y una de inteligencia, hace de la población en general el blanco perfecto de toda operación psicológica para manipularlos, y cuidadito les decimos que han sido engañados, porque como bien dijo Mark Twain, es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados.

Cuando inició esta “pandemia”, en vez de confiar a ciegas en un gobierno ilegítimo, decidí investigar a profundidad, entender con qué estábamos lidiando, un simple virus estudiado desde los 70s que en una curiosa mutación busca multiplicarse en nuestros pulmones, una cadena de ARN envuelta en grasa que logra penetrar nuestras células para engañar a nuestro sistema con el fin de multiplicarse. Nuestro sistema inmunológico, al encontrar un intruso nuevo para el cual no tiene anticuerpos, reacciona con inflamación, especialmente en las vías respiratorias, causando asfixia en personas con comorbilidades o con un sistema inmune muy fuerte.

Al entender lo anterior, resulta no solo simple, sino bastante lógico y coherente la recomendación de la doctora María Eugenia Barrientos, usar antiinflamatorios no esteroideos para evitar la inflamación y así anular la potencial asfixia, luego, tratar cada complicación y dejar que el sistema inmunológico tenga el tiempo de responder, y neutralizar el virus, no es ciencia espacial, es medicina básica.

Sin embargo, pareciera que decir esto es como hablar en algún tipo de lengua antigua totalmente olvidada, los mercaderes del desastre, esos que lucran de toda crisis, se han encargado de encontrar cualquier forma para mantener un exageradísimo estado de pánico con tal de seguir lucrando, ya sea con jugosas comisiones por préstamos aprobados en el congreso, vendiendo cualquier inútil placebo, siendo proveedores del estado, o vendiendo sus servicios de manipulación de masas, las que felices son de seguir la ingrata novela.

Lo peor de todo es que esa ignorancia del rol del estado, de los primeros párrafos de nuestra constitución, han sido garantes de abusos de todo tipo, miles de personas detenidas por un ilógico e infundado toque de queda que no resuelve un tema de salud para el cual existe tratamiento, personas que inundaron los juzgados en procesos inútiles y que sólo contradicen el espíritu del supuesto toque de queda.

Mientras tanto, la semana pasada observamos cómo en EEUU iniciaron protestas multitudinarias, prohibido abrir cualquier negocio, ir a una iglesia, realizar un funeral con más de 12 personas, pero si se trata de manifestar un supuesto acto de racismo, pueden congregarse millones en un mismo lugar. Habiendo pasado la semana ¿Aumentó el número de contagios en estas zonas?… Absolutamente NO, nada, cero… ¿Entonces?

Y al iniciar estas manifestaciones, mágicamente aparece la OMS a decir que luego de analizar bien la cosa, es “raro” que un asintomático contagie a más personas… ¿Entonces por qué cerramos la economía global? ¿Por qué seguimos con medidas draconianas?

Regularmente cierro mis notas con un “pensar no duele”, sin embargo, a las pruebas me remito, al parecer, décadas de un sistema educativo nefasto, de décadas de desnutrición y falta de ácido fólico en la gestación, nos tienen como estamos, y estoy empezando a creer que debe doler, y muchísimo, porque a estas alturas del partido, hace falta ser un verdadero imbécil para no ver más allá de lo obvio, y honestamente, NO estoy para salvar a imbéciles de las consecuencias de su propia ignorancia.